La pintura de Castejón evidencia (además de un claro instinto plástico que le llevará a la obtención de resultados muy positivos) que no es el latido rítmico, sin aristas, de lo previsto ni el trazado cauce de inalterable nivel o la cadencia sondable de una conocida rotación, lo que le preocupa

Castejón se ha detenido un momento; presintiendo que algo sucede: algo que está relacionado con la injusta vida que viven millones y millones de hombres. Y se interroga ¿que es esa cuestión?; ¿donde queda?; ¿estará lejos?… No todo queda muy cerca, esta en nosotros mismos, en todos los demás. En aquellos que claman y exigen y en los que callan y soportan.

Desde ese momento, Castejón va salvando fatigosamente algunas de las luces que intentan cegarle, y pinta los primeros pasos de un niño.